La inclusión como medio para sentar las bases para la mejora continua de la educación
*Dra. Irma Clara García Galindo
Trabajadora de la educación en
educación especial de los SEIEM Valle de México.
En
algún momento todos hemos sabido de alguien, un exalumno, vecino, conocido o
incluso un familiar en edad escolar que por alguna razón no está inscrito en una
institución educativa. Evidentemente las
razones pueden deberse a muchos factores, pero sin duda las causas que se
generan en y desde la escuela, es decir cuando existe algún tipo de exclusión, la
escuela está en la obligación incluso constitucional,
de ofrecer educación a todo aquel que la demande, es decir: “Toda persona tiene
derecho a la educación. El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y
Municipios- impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria,
secundaria, media superior y superior”, Constitución política de México,
(2021).
Si un instrumento de política pública tiene un lugar
destacado para el desarrollo de un país, para la mejora económica, para la
transformación social y cultural, es sin duda alguna la educación, Mendoza
(2021); es por ello que el Estado debe responder proporcionando las bases para
que se realice este acto social y todos estemos incluidos y además, en
posibilidad de responder a la demanda que exige un mundo globalizado.
Por
principio, todos los que nos dedicamos a la educación debemos conocer qué es la
inclusión, en especial la inclusión educativa, la UNESCO la define como
el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de
todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las
culturas y las comunidades reduciendo la exclusión en la educación. Esta
inclusión implica cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones,
estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todo el alumnado del
rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del
sistema regular, educar a todos los niño/as, UNESCO (2010). Esto significa que
las instituciones educativas deberán dar atención en las escuelas, digamos “comunes” y respecto
a la sectorización, el alumnado debería poder asistir a la escuela más cercana a su domicilio.
Luego entonces, respecto
a la estrategia nacional de educación inclusiva, esta educación se refiere, y
de acuerdo con el Comité de los Derechos del Niño,
Observación General No. 9, al conjunto de valores, principios y
prácticas que tratan de lograr una educación cabal, eficaz y de calidad para
todos los alumnos, que hace justicia a la diversidad de las condiciones de
aprendizaje, y a las necesidades no solamente de los niños con discapacidad,
sino de todos los alumnos, SEP (2021). En palabras simples, se debe ofrecer una educación de calidad, aunque
hoy en concordancia de la ideología política, deberá ser una educación de
excelencia a toda la población estudiantil, independientemente de sus condiciones
personales o sociales, lo que constituye uno de los mayores
retos que deben enfrentar los sistemas educativos, sin importar que sean países
desarrollados o en desarrollo, (Acedo, 2008).
La inclusión se basa en el
principio de que cada niño/a tiene características, intereses, capacidades y
necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los
que ofrezcan y pongan en marcha los programas, teniendo en cuenta la amplia
diversidad de dichas características y necesidades.
En contraparte la exclusión educativa, no sólo hace
referencia a cuestiones de acceso, sino que tiene relación con una amplia gama
de factores, por ejemplo, la financiación de la educación, las características del currículo, la pedagogía o las
relaciones de apoyo entre los diferentes agentes del sistema educativo.
Podemos
decir que, en la actualidad, la educación
inclusiva ha ido gradualmente ganando presencia en el quehacer de los sistemas
educativos a nivel mundial, como una prioridad indiscutible. Sin embargo, y a
pesar de utilizar una terminología común, no parece haber mucho acuerdo con
respecto al significado de conceptos centrales.
Una de las cuestiones que preocupan a los
profesores de las escuelas regulares y a los profesionales de educación
especial es lo relacionado con la terminología (García, 2013). Parece estar de
moda hablar de educación inclusiva, que también implica usar algunos términos
que están asociados con esta: barreras para el aprendizaje y la participación
(BAP), comunidades de práctica y trabajo colaborativo, ajustes razonables,
entre otros, sin que resulte del todo claro qué significan y cuáles son sus alcances.
Esta preocupación por la terminología no es
nueva. En talleres organizados por el Banco Mundial (BM) en Brasil y en el Cono
Sur, una de las principales preocupaciones de los profesionales de la educación
que participaron, fue aclarar qué quieren decir los términos, para facilitar la
comunicación. De hecho, pidieron que se abrieran espacios dedicados
exclusivamente a discutir este tema, Camisao, (2003).
Además, no resulta tan extraño que la
terminología de la Educación Inclusiva cambie de país a país, pues depende de
la historia de la atención a la diversidad, de los recursos que dedica cada
gobierno a la educación, del avance en la observancia de los derechos humanos,
de la trayectoria que ha seguido el subsistema de educación especial, de las
regulaciones a que está sometido el profesorado y de la participación de la
familia, de la ideología política del momento, entre otros.
La importancia de conocer la terminología, en el
sentido de aclarar las distintas definiciones dadas a los mismos conceptos,
radica en que su precisión no solamente ayudará a mejorar la comunicación, sino
que también contribuirá a entender algunas prácticas, García (2013). Sin
embargo, estos conceptos no serán profundizados en el presente artículo, más
bien nos interesa tratar lo fundamental
que nos ofrece la educación inclusiva.
Entonces,
la escuela debería proporcionar las condiciones para que todos, sin excepción,
gocen de su derecho a la educación. Por lo anterior es un
imperativo que el sistema educativo se transforme para que sea más inclusivo, flexible y pertinente, para que
todo el alumnado curse su educación en las mejores condiciones posibles, Tamez
(2020). Lo que hace necesario que la totalidad de los docentes conozcamos a
cabalidad los principios rectores de la estrategia nacional de educación
inclusiva y se insiste en que debemos abandonar la idea de que los sujetos que
requieren ser “incluidos” son solo aquellos que están en condición de
discapacidad, siendo que todo el alumnado, sin importar el tipo o nivel
educativo requiere de ser incluido. Además, en ocasiones se piensa que la inclusión de
alumnos con discapacidad en las escuelas de educación básica regular disminuye
la calidad de la educación que se ofrece, pero es al contrario pues al buscar
la participación y el aprendizaje del estudiantado con discapacidad, la escuela
tiene la oportunidad de identificar algunas debilidades que no sólo impactan a
estos estudiantes sino a todo el alumnado de la escuela, por lo que al trabajar
en favor de los alumnos con discapacidad se benefician todos.
Es por todo ello que se hace necesario hacer
un breve recuento de los principios rectores de la estrategia nacional de la
educación inclusiva y de ahí, los docentes deberemos hacer lo que nos
corresponda para que se cumplan:
1.
Propiciar la Autonomía
Progresiva del alumnado, lo que implica que niñas, niños y adolescentes puedan
ejercer sus derechos gradualmente, de acuerdo con la evolución de sus
facultades cognitivas, edad y madurez. Es un asunto evolutivo que se construye
socialmente y requiere de las condiciones necesarias para alcanzar el grado
máximo de autodeterminación e independencia; lo que se esperaría que poseyera todo
el estudiantado al egresar de su periodo de escolarización.
2.
Procurar la Participación de Todos los Involucrados:
en los diversos asuntos escolares favoreciendo la corresponsabilidad, lo que significa
compartir experiencias, sumar esfuerzos
y voluntades de los integrantes de la comunidad educativa en el proceso de
enseñanza para lograr la inclusión de todo el alumnado, por supuesto haciendo
los ajustes y/o gestiones necesarios.
3.
Pertenecer a la Diversidad:
se traduce en una multiplicidad de formas de pensamiento, sentimiento y cultura;
esto es inherente a cualquier comunidad
humana, sea pequeña o grande. La diversidad es expresión de libertad y se materializa
jurídicamente en el derecho a la diferencia. Las sociedades abiertas y
democráticas la protegen y la cultivan. En la educación básica se pretende que
la diversidad sea una ventaja en dos sentidos: por un lado, permite aprender a
convivir y, por otro, promueve el desarrollo cognitivo de los educandos.
4.
Equidad
en educación: lo que implica que el Estado implemente medidas que favorezcan el
ejercicio pleno del derecho a la educación de todas las personas y combatan
todo tipo de desigualdades en el acceso, tránsito, permanencia y logro de los aprendizajes
atendiendo a las diferencias en los servicios educativos.
5.
Excelencia en Educación: se entiende como la
mejora integral constante que promueve el máximo logro de aprendizaje de todos
los educandos, para el desarrollo de su pensamiento crítico y el
fortalecimiento de los lazos entre escuela y comunidad. Con esto se espera que
nadie quede atrás y nadie se quede fuera.
6.
Igualdad
Sustantiva: conlleva el acceso al mismo trato y oportunidades para el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, Senado de la república, SEP (2021).
Además, es indispensable que los docentes implementen
las estrategias y acciones que den cumplimiento a todo lo planteado
anteriormente; es fundamental que empecemos con lo elemental, por ejemplo: con la empatía; es decir, ese ponernos en el
lugar del otro, en este caso nuestro alumnado, para comprender por qué actúan
como actúan y/o se expresan con determinada emocionalidad. El ponernos en el
lugar del otro nos ayuda a interpretar sus emociones, por otro lado, es
indispensable la comunicación asertiva con su base, la escucha activa, entonces
y a manera de sugerencia, “los estudiantes reaccionan bien cuando los
escuchamos”, tenemos que escuchar más a los estudiantes”, (Álvarez, 2021).
Y por supuesto, y no menos importante, se
requiere el interés genuino de los docentes por sus alumnos, en buscar
permanentemente la mejora de sus aprendizajes, la promoción de su desarrollo,
lo que implica sin duda alguna, la capacitación y actualización constante de
todo el magisterio.
Referencias
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superando los límites. Perspectivas. Revista Trimestral de Educación
Comparada, 38(1), 5-17. Recuperado
de
http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/Publications/Prospects/Prospects145_spa.pdf
Alvarez
B. (2021), Curso
Taller: Emociones, Autocuidado y Bienestar Docente (Sesión #1)
Esther SEIEM Foro Permanente 2021, recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=2n8Jfa8jMCM
Camisao, Verónica. (2003) Informe del
taller de accesibilidad. Educación Inclusiva en Brasil – Diagnóstico Actual y
Desafíos para el Futuro. Recuperado de
http://www.acessibilidade.net/at/kit2004/Programas%20CD/ATs/cnotinfor/Relatorio_Incl
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García, Ismael (2013). Terminología internacional sobre la educación
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Actualidades Investigativas en
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México a la educación como puntal del desarrollo recuperado de:
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